Treinta y dos metros cuadrados

Videoinstalación, 7 min, 2018.



En esta pieza, la artista confronta la inmovilidad espacial de los datos contables con el espacio de trabajo como territorio de exploración. Utilizando imágenes realizadas con una cámara estenopeica, traducidas al video, la obra incita a la introversión en un espacio de materiales administrativos no convencionales dentro de las interpretaciones del arte. A manera de un paisaje reconocible, en esta demarcación cotidiana, se procesa, registra y archivan las operaciones económicas confrontando la presencia y la ausencia, lo material y lo inmaterial, lo visible y lo invisible, la transparencia y la opacidad, la apropiación y la creación.